A quién elegir entonces?
¡Echémosle Ganas!
Yo le echo ganas. Tú le echas ganas. Nosotros le echamos ganas... Conjuguemos el verbo echarle ganas.
martes, 14 de enero de 2014
Sencillísimo
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¡Quiero crecer!,
Pareja
lunes, 13 de enero de 2014
Posibilidades
Este video es fabuloso para complementar la idea de salirse del Estado de confort. ¿Puedes hacer algo? ¡Ah! ¿En serio puedes...?
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¡Quiero crecer!,
Desafíos
Ruda pero indispensable... la Honestidad
Las relaciones interpersonales del presente a mi parecer, parecen misiones imposibles. El padre con el hijo, el hijo con la madre, el chico con la chica, el adolescente con su familia, el esposo con la esposa, el anciano con el joven, la señora con la muchacha.
A mi parecer no hay mejor remedio que la honestidad. Me gusta como suena remedio para esta palabra, porque amalgama todo lo que implica. Todas los efectos que genera la honestidad suelen ser devastadores o alentadores. Son grandes pues. Me recuerda a la teoría sobre la energía, la parte en la que se enuncia que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Así es la honestidad. Se necesita gran cantidad de energía que proceda del interior para dar cuenta de las cosas que realmente son, las que realmente se aprecian, las que realmente se desea saber o dar a conocer. Y toda esa energía desencadena una gran cantidad de cosas en las personas. Repercute directamente en el presente, en los mal entendidos, en las actos hechos por compromiso, en los problemas que parecían no tener ni pies o cabeza, incluso ni solución.
Sin embargo, por ser algo tan grande, tan poderoso, tan capaz, creo que muchos tenemos de pronto miedo de desatar todos los bienes y males que pueda traer consigo una opinión honesta.
Y es que creo que como un ser humano que desde su esencia está diseñado para caminar hacia sus ideales más profundos, aun no somos capaces de aceptar la verdad de muchas cosas. Mi profesor favorito de ética nos repitió algunas veces esa frase. No estamos listos para afrontar la verdad. A pesar de nuestras búsquedas desesperadas, o nuestras omisiones desvergonzadas. Ese gritonerío o dar la espalda olímpicamente, los lados opuestos.
Sí, creo que la honestidad es ruda. Tampoco es la vieja que grita de frente los insultos engendrados en su persona ante su incapacidad de comunicarse correctamente. Pero si es esa voz dura que indica que las cosas que consideras importantísimas para ti, puede que no lo sean en lo absoluto para mí. Pero a final de cuentas, es indispensable. Porque forma parte de la liberación. La liberación que como individuos podemos tener ante todas las situaciones en que podríamos sentirnos que no somos nosotros. No reirte cuando no quieras reirte. No hablar cuando no quieras hablar, y hacerlo cuando sí. No me olvido de la prudencia. Y por favor ¡que el mundo no se olvide de la prudencia! Pero no está nada mal una dosis correcta de honestidad en todas las acciones que lleva un humano a ser quien quiera ser. Al rato que nos revelemos por las cosas que no nos gustan, tal vez entonces podremos ver los dos lados de la moneda. Cuando entendamos que antes que demostrarle al mundo mi punto, debo demostrarme a mí mismo mi punto HONESTAMENTE, entonces podría pensar en que nada es tan grave como la barbajanería que acompaña la testarudez de mis actos egoístas. Porque aunque sea dura y dé buenas tundas de realidad ajena, la honestidad sigue estando en la receta secreta de una vida feliz. Una vida en la que no somos lo que debemos ser y nos quieren por encajar, por llevar los estatutos, por cumplir. Me gusta más pensar en una vida en que acepto los estatutos de forma honesta. Hablo de forma honesta. Mi risa es honesta. Mi simplicidad, mi indiferencia. Mis gustos, mis miedos y mis incapacidades para entender y comunicarme. Ser honestamente quien soy, para poder crecer. Para sentirme amado. Y para amar así. Para dar y para recibir. Siendo yo.
domingo, 12 de enero de 2014
Desafía tu Estado de Confort
Hablar del Estado de Confort probablemente sea común en la sociedad de esta época. Tengo la esperanza de que hayamos escuchado alguna vez en la vida este término. En caso de que no, el estado de confort está conformado por el conjunto de circunstancias que permiten a un ser humano sentirse cómodo tal y como está. A gusto con lo que tiene, a gusto con lo que hace, a gusto con sus hábitos, a gusto en general. No parece ser necesario tener que hacer un movimiento más o menos.
El estado de confort tiene tamaño, tiene una forma definida. No es el mismo para cada persona. Pero tiene la característica básica de que limita nuestras acciones a lo necesario. La fórmula que habla sobre si vas ganando no cambies la estrategia parece ser efectiva. Y puede ser así en muchos aspectos. Sin embargo, el estado de confort peca un poco más.
Pero bueno, ¿por qué podría pecar si es algo tan cómodo y agradable? Simplemente porque no nos hace ir un poco más lejos. Y eso ya es una desgracia. No poder ver lo que está a la vuelta de la esquina, no poder conocer a una persona que podría ayudar a cumplir los sueños de toda mi vida, no arriesgarme por conseguir eso que tanto anhelo.
Sí. Lamentablemente. Es el pago de quedarse en el Estado de Confort. Vivir con él lleva a despreciar todas las oportunidades que tenemos día con día. Es como dejar consumir una vela sin aprovechar su luz. Es como renunciar a que todas las cosas que pueden hacernos crecer: los problemas que se vuelven retos, los obstáculos que se vuelven desafíos a enfrentar, lo que no sé y que puede convertirse en el dato curioso de una conversación, lo que no he vivido y que podría ser una divertidísima anécdota para contar a los nietos. Y no sólo eso. Siendo un poco más profundos, la importancia de abandonar el estado de confort es grande. Enfrentar los miedos, superar los estigmas, las cicatrices que nos dejó el pasado y con las que vivimos día con día. Dejar el estado de confort implica dar un poquito más.
Es por eso que en ocasiones, abandonarlo parece no ser rentable. Parece no dar frutos, recompensas, incluso no paga nada. Muchas de estas ocasiones uno sale quebrado. Roto. Confuso. Pero otras veces más lo que podemos obtener es algo nuevo.
Creo que podemos abordar de una manera interesante dejar el estado de confort, porque en realidad, este estado está en las cosas más simples. Ni siquiera es necesario pensar en voltear la casa, tirar todo por la ventana, y aparecer como alguien completamente nuevo. Los pequeños cambios, hacen la diferencia. ¡Y vaya que la diferencia! No puedo dejar de convencerme que si todos los días despertara a mi hermano menor más temprano podríamos desayunar más temprano y podría distribuir mis actividades de mejor manera durante la mañana. Es broma :). La vida de mi hermano es un punto y aparte con la responsabilidad que tengo sobre mis acciones. Sin embargo, lo que sí entra como una responsabilidad mía, es la capacidad que pueda adquirir para convencerlo de que podemos hacer algo mejor juntos. Seducirlo completamente de eso. He ahí el salirme de mi estado de control. Ir un poquito más allá. Tal vez no lo logre en un día (en realidad no lo sé puesto que parece que mi hermano no tiene la menor intención de hacerlo), pero parece que es un ejemplo fácil y rápido para dar a entender que: lo mejor y más cómodo para mí es dejarlo dormir, no discuto, no pienso ni invierto tiempo en eso. Sin embargo si lo dejo así, probablemente será más difícil que durante las mañanas esté todo preparado para desayunar y se reduzca el tiempo que invertimos en eso. O que podría hacer algunas actividades que le parezcan divertidas por la mañana en vez de desvelarse y por tanto despertar más tarde. Es decir, dejar de sentirse cómodo puede traerle nuevas cosas mejores para uno o incluso para más de uno.
La verdad, prefiero las cosas que cuando dejo de sentirme cómodo, por lo menos puedo ver los resultados. Me motiva a echarle más ganas. Darle en la cabeza a esos problemillas que invaden mi presente. Cumplir con las verdaderas necesidades que tengo. Con las cosas que de verdad deseo. Ir derechito a enfrentar lo que no haría por miedo, pena, por lo que no es para mí o por una desagradable experiencia del pasado. Exactamente eso, lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en lo que no me gustaría porque no es fácil. ¡Vaya, pero las cosas que verdaderamente importan! Por eso te invito a que desafíes tu estado de control. La guapísima chica o chico que tanto te gusta puede verse beneficiada si te animas. El negocio complicado que da la solución a las problemas de mucha gente, podría generar ingresos e incluso empleos para más personas como tú. La cama puede esperar, tal vez recibirte más temprano y abandonarte antes de lo pensado, pero contigo más feliz. En realidad hay muchas maneras, y estas son las que he visto que funcionan, porque yo lo he hecho. Desafía tu estado de confort. ¡Echémosle ganas!
La verdad, prefiero las cosas que cuando dejo de sentirme cómodo, por lo menos puedo ver los resultados. Me motiva a echarle más ganas. Darle en la cabeza a esos problemillas que invaden mi presente. Cumplir con las verdaderas necesidades que tengo. Con las cosas que de verdad deseo. Ir derechito a enfrentar lo que no haría por miedo, pena, por lo que no es para mí o por una desagradable experiencia del pasado. Exactamente eso, lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en lo que no me gustaría porque no es fácil. ¡Vaya, pero las cosas que verdaderamente importan! Por eso te invito a que desafíes tu estado de control. La guapísima chica o chico que tanto te gusta puede verse beneficiada si te animas. El negocio complicado que da la solución a las problemas de mucha gente, podría generar ingresos e incluso empleos para más personas como tú. La cama puede esperar, tal vez recibirte más temprano y abandonarte antes de lo pensado, pero contigo más feliz. En realidad hay muchas maneras, y estas son las que he visto que funcionan, porque yo lo he hecho. Desafía tu estado de confort. ¡Echémosle ganas!
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